Después de ascender los 7 tresmiles del Altiplano de Monte Perdido y 6 de los 7 de la Cresta del Perdiguero (la aguja del Lliterola quedo para otra ocasión) decidimos con Jorf que para culminar un otoño realmente productivo de alpinismo (del que me falta reportaros la ascensión a La Munia, Pequeña Munia y Sierra Morena) no había mejor elección que tratar de recorrer la cresta que va desde el pico de La Pez hasta el Bachimala, mi primera cresta de verdad y la enésima de Jorf que viene deleitándonos en su blog con aventuras tan espectaculares como recorrer una de las aristas del Eiger.
Salíamos el 9 de Octubre de 2012 con frontales poco después de las 7 de la mañana del refugio de Tabernes rumbo al Puerto de la Pez, algo después del bado del Bachimala, en Plan de Baliner, decidimos tomar una ruta más directa hacia el Pico de la Pez, comenzamos a ascender de verdad en dirección a los Ibones de Bachimala que tras un verano extremadamente seco están reducidos a la mínima expresión, desde ahí ya vemos toda la cresta que nos tocará recorrer, algo más de 3 kilómetros con sorpresa final, pues ya puede apreciarse desde abajo que hay nieve en la ascensión final al Bachimala, y nosotros sin crampones (y con más de 50 metros de cuerda en las mochilas que una vez más no llegaremos a utilizar.)
El camino desde los Ibones de Bachimala hacia los picos gemelos de La Pez y el Puerto de la Pez no tiene perdida, un único canal sin dificultad para llegar al inicio de un primer tramo de cresta por cara Norte que sin ser difícil resulta un interesante aperitivo de lo que nos espera, unos minutos para llegar al Pico de la Pez y tras bajar y subir unos pocos metros al Puerto de la Pez, los dos primeros tresmiles del día.
Según había leído en varios reportes la parte más difícil de esta cresta es el tramo de La Pez al Abeille, de hecho se habla de algunos pasos de grado III y de una placa inclinada sin agarres, como voy comprobando en la montaña todo es relativo, en ocasiones la dificultad de algunos pasos se exagera y otros se diluye, a mi no me pareció fácil ni mucho menos pero si con riesgo razonablemente controlado, con algunos pasos delicados, trepadas y destrepadas sin excesiva dificultad para aquellos acostumbrados a la montaña (no deberían llegar por aquí quienes no les guste trepar y destrepar) un paso largo de un metro que es el que me planteo la mayor dificultad (para realizarlo con seguridad) hasta que Jorf me indico un agarre en mi izquierda y sobre la placa inclinada, pues decir que es de risa, tiene la anchura de una pista (como poco) y se sube andando como Pedro por su casa, sin posibilidad de resbalarse hacia abajo y sin caídas, con escasa pendiente y rugosa para más inri; supongo que si estuviera con nieve helada seria otro cantar pero a principios de Otoño no supone dificultad alguna. Tras una o dos antecimas y algunas trepadillas mas llegamos a la cúspide del Abeille, esta primera parte de la cresta es entretenida, no exenta de dificultades pero sin llegar a ser insalvables en ningún punto y donde hay que ir con mucha atención para seguir el itinerario correcto pues los hitos no son abundantes.
A partir del Abeille no tengo un recuerdo de haber pasado demasiadas complicaciones inmediatas, la cresta no tenia prácticamente nieve y donde esta era afilada no existía excesiva dificultad, eso nos permitió ir encadenando los tresmiles Marcos Feliu, Pequeño Bachimala y la Punta del Ibón simplemente con algunos puntos en que había que poner las manos y, creo recordar, alguna destrepada donde había que moverse con seguridad y precaución. Apuntar que esos tres miles resultan ser simples prominencias dentro de una cresta salpicada de pequeñas tachuelas en un continuo sube y baja que fué debilitando nuestras limitadas fuerzas.
Desde la Punta del Ibón hasta la cima del Bachimala es donde encontramos las mayores dificultades de toda esta bonita cresta con vistas inmejorables, sorteando 3 gendarmes, dos por la derecha y uno por arriba con pequeñas trepadas y alguna destrepada especialmente delicada donde había que seleccionar muy bien los agarres, tras pasar la Punta Ledormeur, penúltimo tresmil del día, comprobamos desde 40 metros más abajo el imponente Bachimala, nos falta por tanto solamente la larga trepada final que no obstante está salpicada de zonas de nieve.
Iniciamos la trepada por la derecha pues parece menos complicada y sobre todo menos expuesta, lo hacemos con convicción pero con mucha precaución, la roca se rompe literalmente a trozos y es necesario comprobar cada agarre; llegamos al paso clave del día siguiendo algunos hitos dispersos, una repisa horizontal de 4 o 5 metros que lamentablemente está llena de nieve, imposible pasar por ahí sin sobrepasar el riesgo asumible, por tanto nos ponemos a buscar otro paso planteándonos incluso la posibilidad de dar media vuelta y salir de la cresta por alguna pedrera (factible) o incluso buscar la otra vía por el lado izquierdo; por suerte tras unos pocos minutos encontramos una nueva repisa algo más arriba, esta sí sin nieve, que nos permite más o menos a mitad de la subida girar unos 60º a la derecha y pasar a un terreno mucho menos vertical, que si bien no nos evitará seguir trepando, nos permitirá hacerlo sin excesivos riesgos para alcanzar la cima del Bachimala, ultimo tresmil del día.
De la bajada no hay mucho que contar, la iniciamos por la vía clásica (y muy sencilla) de ascensión al Bachimala donde pude comprobar (de nuevo pues en primavera ya estuve por esos lares) lo divertido que podía ser esa primera parte del descenso en BTT ya realizada por algunos bikers de la Zona Zero fanáticos del Cicloalpinismo que no tuvieron inconveniente en portear cara arriba la bici más de 2 horas para disfrutar de la bajada, poco después se les complicaría el asunto con un mar de las ya clásicas "lavadoras" pero esa es otra historia... Antes de la Señal de Viados ya nos tiramos hacia el vado del Bachimala por ladera primero y luego por trazas de sendero abrevándonos a la primera oportunidad; llegados al vado con mucha fatiga en el cuerpo dedicamos un cuarto de hora a refrescar nuestros pies en el Cinqueta, un placer indescriptible. Poco más que contar, a partir de aquí el regreso a Tabernes no tiene más historia que el susto que nos dio Jorf cuando se lanzo al suelo prácticamente en plancha al haber visto un par de Ceps.
Día redondo donde las dificultades, contra todo pronóstico (sobre todo el mío) no llegaron a superarme y mi primera cresta de verdad pues mi anterior paseo por el Perdiguero nada tiene que ver con estos más de 3 kilómetros de cresta continuada, con un gran número de pasos de grado Iº y IIº y probablemente alguno de IIIº; más complicado seria hacerlo en dirección contraria pues el descenso del Bachimala seria infinitamente más delicado, basta ponerse arriba para darse cuenta de la diferencia de altura y de la verticalidad del descenso. 10 horas de ruta, 2.050 metros de ascensión acumulada, 16 kilómetros y mucha fatiga en el cuerpo tras otro día de montaña grande de verdad que prácticamente daba por finalizado un mes y medio muy prolífico en tresmiles, 24 en 4 jornadas montañeras de las que solo me queda por reportar la ascensión a La Munia, Pequeña Munia y Sierra Morena.
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